jueves, 19 de septiembre de 2013

El mundo real


     
Desde que tengo uso de razón sé que el mundo es un escenario irreal, puesto ahí para que me lo crea. Delante de mí siempre hay un corre-corre de preparativos para tener dispuestos los lugares que se me ocurra visitar. Si voy a casa de mi abuela Isabel, que queda cerca de la mía, siento el alboroto que se forma a lo largo de su calle, mientras me voy acercando a la esquina, de forma que cuando llego y doblo mi vista se posa en el panorama habitual: Panchita contando papas rellenas; el Guácara saltando a su yegua esquelética; Cuca tendiendo sábanas a través de una rendija del portón y, un poco más allá, aparentemente al azar, personas entrando y saliendo de las casas misteriosamente, quién sabe con qué fin. Total, lo que se ve en cualquier calle de cualquier pueblo de cualquier lugar del mundo.
        
      Por entre ellos voy caminando con una sonrisita hasta la casa de mi abuela, o a cualquier otro sitio, sabiendo que todo es una ficción que me ponen delante. Por eso me fijo poco en los vecinos y en sus cosas, porque me aburre que se la pasen en la bobería de aparentar constantemente, como si uno fuera zonzo. Creen que no me doy cuenta de las miraditas que se echan y del cuchicheo que se traen; creen que uno no sabe que el mundo es otra cosa que no me dejan ver, pero que algún día descubriré, y que ya no me pasará como ahora, que para tener un pedacito de Mundo Real tengo que irme al río, solo o con el perro que me encuentre, a ver las cosas como son y no como me las pintan.
        
        Los animales y el monte son los únicos que no disimulan. Son como son. El río es hondo y lleno de biajacas, y está encajado entre dos lomas que van culebreando durante kilómetros, llenas de pelo verde. La cabellera de la loma es el monte, y yo soy un piojo curioso que no va por los trillos, sino por donde está la maraña en que se arrastra el jubo, donde las lagartijas son gordísimas. Yo voy a donde hay pájaros que no se ven, pero se escuchan. Hay uno que dice tirecaratití y otro que dice cocorióco. Por allí mismo hay jicoteas montadas en los gajos que rozan la corriente. Si pasa un bote, ellas se zambullen; pero si vengo yo despacio, se quedan y me miran. A veces hasta sacan un tramo largo de pescuezo y me hacen señitas, como si me estuvieran saludando. A mí no me gusta molestarlas y ellas a mí tampoco.

         Luego me voy al ojo de agua, donde hay una laja blanca y redonda, sumergida una cuarta bajo la superficie, en la que me siento y me deslizo hasta el chorro que viene desde el fondo. El manantial es potentísimo; desde la orilla se ve, y parece que hubiera un tropelaje de peces, pero uno se para en la laja, casi arriba del borbotón, lo mira y no hay más que un tembleque de aguas transparentes. La primera vez daba miedo meterse, porque estaba aprendiendo a nadar y allí tapa a dos hombres, pero me agarré del bordecito de la piedra y me fui escurriendo hasta que sentí que la fuerza del chorro me aguantaba. Qué cómico, no había que saber nadar: uno se acostaba y era como si en aquel punto el río perdiera su maña de tragagente. Hasta aquel día yo no supe que el río tuviera un ojo y mucho menos de cristal aguado.

         A veces allí, flotando como una cruz que mira al cielo, soy la pupila del ojo de agua; y allá arriba, en la última lejanía de las alturas, veo cruzar auras tiñosas, perforando las nubes. Esos pájaros lucen muy bien a esa distancia, pero de cerca tienen una cocorotina de marañón que da repugnancia. Dicen que son útiles, porque se comen la carroña, pero a nadie le gustan, por ser de mal agüero. Aún así nada vuela mejor que una tiñosa, como si el aire fuera de ellas. Suben y bajan todo el tiempo y pasan horas sin mover un ala, las bailarinas del vacío. Por eso me dan ganas de ser aura, para volar bien alto aunque la gente luego me repudie.
        
         Las nubes son otra historia, aunque tampoco ponen al personal de acuerdo. Periquín ve un barco donde el Chentu un conejo, y allí mismo es donde Mingo ve una mujer escarranchada. Yo, tratando de ver lo que ellos, veo una jaiba en una bandera de piratas. El problema de las nubes es de dónde vienen y hacia dónde van, qué han visto y cuántas realidades saborean. Porque esas aguas que han subido y bajado tantas veces, deben ser las mismas de toda la vida. Quién dice que la nube que se descarga sobre el río de mi pueblo no se llenó en el Amazonas, y que las goticas que el sol me chupa del ombligo no van a caer sobre una pirámide, en Egipto. Yo creo que las nubes enseñan tantas formas porque les gusta contar las extrañezas que conocen, pero por más que uno las mire nunca sabrá tanto como ellas. Solamente se puede imaginar. Flotando abandonado sobre el ojo de agua uno se puede pasar horas, y de mirar a los celajes puede quedarse ciego, y llegar a su casa chocando con las cosas y contestando todo, menos lo que la gente grande te pregunta. Empacharse de cielo en el ojo de agua es peligroso para la paz de la familia.

         Ahora me estoy poniendo los zapatos. Ya miré debajo de la cama y no había ninguna mano, así que puse los pies en el suelo y dale con los cordones, que no se ponen de acuerdo. Cuando bajo la cabeza me duele la frente, por el cocotazo que me dieron anoche. Había una procesión de curas y de monjas. Venían en fila  por las dos aceras. A los curas les tocó la acera de mi casa y algunos venían con antorchas. Primera vez que veía una procesión de antorchas. Claro, todo preparado como siempre, y a mí, que ya se sabe que no me creo nada, me dio por decir: “Miren, aquellas son las monjas y éstos son los mojones”. Ahí fue el cocotazo. No sé a santo de qué, si en mi casa no rezan. La única que cree en algo es mi otra abuela, María, que a veces ve a la hija que se le murió antes que yo naciera. Mi abuela María cree en Los Seres, que es como ella nombra a los difuntos. Ella y un tío mío  panadero, cantador y comunista, son los únicos que ven a los seres. “Para eso hace falta media unidad”, repiten ellos. Mi abuela dice que yo tengo “media unidad” y que cuando menos lo espere veré algo. Por eso miro debajo de la cama, porque me parece que una mano o algo asqueroso se me va a prender de un pie cuando lo baje. Pero la verdad es que nunca he visto nada, aunque sé muchas cosas. Sobre todo eso de prepararme los lugares para que piense que el Mundo Real es éste, cuando yo sé que es otro.
        
         Cuando tengo que irme a la escuela, lo más desagradable del Mundo Obligatorio, o cuando ya es tarde y no me dejan salir solo, uso mi otra manera de ir al Mundo Real. No tengo ni que cerrar los ojos: sólo me quedo quieto y me voy, lo visito pensando. A veces es más entretenido que ir a pie, porque me atrevo a hacer cosas que cuando estoy allí me dan escalofríos. Por ejemplo, cruzar nadando la curva de El Paso del Soldado. Eso sólo lo hacen los grandes. Es una distancia tremenda y dicen que allí el río tapa una palma real. Yo sé que algún día lo voy a hacer en carne y hueso, pero mientras tanto practico con la cabeza. El único problema que tiene la cabeza es que cuando voy braceando, a mitad de camino, me hace ver el fondo del río, donde hay ahogados envueltos en limo, riéndose y llamándome. Otras veces veo el lomo escamoso de una serpiente acuática que me pasa rozando. Una parte de mi cabeza que me dice que el día que atraviese esa curva no voy a ver ahogados ni nada, pero la otra me cuenta porquerías.

         Algo parecido al mundo real, pero cercado, son los patios de mis abuelos. El patio de mi abuelo Félix Palomares y de mi abuela María es algo penumbroso, los árboles son altos y entra poco sol. Los gusanos de allí son muchos y tan grandes como los del río. Uno escarba un poquito y enseguida aparecen, tratando de enterrarse, huyendo de la luz. La primera vez que los vi, les tuve asco, pero mis tíos agarraban puñados y los metían en latas para llevarlos a pescar. Entonces metí mano y sentí la cosquilla que hacen sus cuerpecitos en los dedos y la verdad no fue tan malo. Por esa época andaba siempre con los bolsillos llenos, pero tenía que acordarme de botarlos antes de La Hora de Bañarse, porque en cuanto mi madre los veía agarraba la correa. Algo peor pasaba con las ranas, el animal más odiado por madres y tías; ni siquiera soportan las que apenas se ven, las ranas infantiles que parecen pulguitas saltarinas. Las madres odian el Mundo Real; ellas le llaman mugre y les da por dar golpes.

         El patio de mi abuela Isabel sirve para tres cosas: para comer granadas, para perseguir al gallo y para ver a Mirita, a través de la cerca de alambre. Lo último es lo mejor, pero casi no pasa; ella no vive en la casa de al lado, la traen de no sé dónde. Las granadas son rojas por dentro y muy jugosas, no tienen sabor fuerte y las prefiero. Se parecen a las granadas de las películas, pero no explotan. Lo sé porque se las tiro al gallo, mientras mi abuela Isabel no se de cuenta, porque aparece la correa. En el Mundo Irreal hay correa para casi todo. Y no sólo correa, también hay chancleta y pescozones, aunque hay que decir que nunca ha habido bofetadas. Toda mi familia está de acuerdo en que abofetear a un niño es una porquería. Yo también.

         Los patios sólo son parcelas de Mundo Real; están contaminados por la gente, que los mantiene presos entre cercas, y en ocasiones los usan como decorado de teatro. Cantidad de veces que me han armado “numeritos” en el fondo de las casas. Mujeres hablando en voz alta de novelas pero cuchicheando sobre la peste a bebida de sus maridos. Hombres vociferando sobre la pelota y secreteando sobre carnes de mujeres ajenas. El único grande que se porta en un patio como yo, es mi abuelo Palomares, aunque el no trepa a la guayaba. Pero sabe el nombre de cada pájaro que pasa por allí. A una bijirita le dice Comelimas, porque le picotea esa mata todo el tiempo. Caruso es el sinsonte que mejor canta en todo el pueblo y es vecino del patio de mi abuelo. Digo vecino, y no que vive allí, porque mi abuelo dice que Los Plumíferos Cantores no tienen casa, aunque hacen visitas. Yo los entiendo, porque son habitantes del Mundo Real, el del monte y el río. Y ¿quién puede querer cambiar ese espacio infinito, lleno de habitantes maravillosos, de olores, de sonidos y curiosidades de estreno, por el retablo fastidioso que monta la gente en los traspatios?

         Ya terminé de amarrarme los cordones. Hoy vamos a Labana, a donde dicen que nos vamos a mudar, porque mi padre encontró trabajo por allá. Le pregunté a mi tío Angelito –el que habla conmigo– cómo es Labana, y creo que no me va a gustar. Dice que es como el pueblo, pero diez veces más grande. Ya me parece estar viendo a diez Panchitas contando papas rellenas, a diez Guácaras con una yegua flaca cada uno, a diez Cucas tendiendo ropa limpia, y a diez de todo lo demás, incluyendo el “teatro”… La Vida Obligatoria será diez veces más truquera y habrá diez veces más gente corriendo de un lado para otro, cuchicheando: “apúrense que ya viene”, mientras yo me acerco a una esquina y la doblo para ver lo que estaré diez veces más aburrido de mirar.

Pero dicen que el mar es diez veces más grande que el río y que la orilla de enfrente no se ve. No me lo explico, pero, si fuera cierto, el Mundo Real de Labana andará por allí, también multiplicado por diez. ¿Cuántas jicoteas y biajacas podrá haber? ¿Quién sabrá el nombre de todos aquellos pájaros? ¿Cómo serán los gallos y las granadas?  ¿Habrá Miritas lindas en los patios de al lado?

           No sé, nada comprendo. Como tampoco imagino la cantidad de noticias que cargarán las nubes, qué tamaño podrá tener el ojo de agua de un lugar semejante, ni con cuántos ahogados y serpientes querrá meterme miedo, cuando no tenga más remedio que visitar el mar con la cabeza.

221 comentarios:

«El más antiguo   ‹Más antiguo   201 – 221 de 221
silvio dijo...

Frei Betto: Cultura segregacionista

silvio dijo...

Analizan Cuba y EEUU acciones comunes para operaciones de salvamento

Unknown dijo...

Hola, Tucu: Claro que estoy de acuerdo con vos. Estaba jorobando en ritmo de 2x4. "Los muchachos de antes no usaban gomina." Crecí con esas frases de los mayores. Ahora, el mayor soy yo ¡Ja, ja ...! De paso, recordaba cosas. Me hiciste recordar, también, lo de los barriletes.
Los domingos de otoño en el potrero, remontando barriletes hechos por "nosotros" (en nuestro mundo real, porque en el irreal, éramos simples ayudantes de un abuelo compañero). Por lo general, nuestro aporte era pedir que fuera cada vez más grande. Una leyenda urbana: se decía que, atando una hojita de afeitar al extremo de la cola del barrilete, se le podía cortar el hilo a otro que se acercara demasiado al nuestro. Lo intentamos, pero jamás lo logramos. Una vez, se nos vino abajo uno muy lindo, y lo queríamos recuperar. Habíamos visto dentro de cual casa había caido, y fuimos a tocar el timbre. Nos atendió una señora a la que no conocíamos. Debajo de una oreja, tenía grabada una cruz svástica. Nos pusimos muy serios. No nos salió preguntarle nada. Sabíamos que los nazis tenían que ver con ese ultraje, pero no imaginábamos las circunstancias.
Una de nuestras "iniciativas": Queríamos juntar hierro para vender, y comprar una pelota de cuero. Poco y nada era lo que encontrábamos. Entonces, descubrimos una caja de luz, en un pastizal, en la esquina del potrero. Debían ser como diez kilos de hierro y, para nosotros, era una caja abandonada. Empezamos a torcerla para todos lados, tratando de partir el caño que la sostenía. No podíamos, y apareció otro pibe, que tenía una herramienta, y reclamó la caja para sí. Lo mandamos al diablo, y nos alejamos rezongando. Cuando tuviéramos la herramienta, la caja ya no iba a estar. De todas maneras, ya se había hecho de noche, y tendríamos que ir volviendo a nuestras casas. Escuchamos un estallido, y al darnos vuelta, vimos un enorme chorro de chispas que subía, y al pibe corriendo detrás nuestro, y pidiendo que lo esperemos. En una cuadra a la redonda, las luces se prendían y apagaban. La caja tenía corriente. Salimos corriendo como locos, para encerrarse cada cual en su casa. Cuando entré en la mía, mamá miraba las lámparas y se preguntaba que habría pasado. Me miró, y era evidente que no sospechaba nada. Le dije "¡No sé ..!".., y me borré.

Nuestro arte: A la siesta, no se podía jugar al fútbol, por el solazo insoportable. Así que nos buscábamos un lugar liso, a la sombra, y jugábamos al dinenti. Pero, después de un rato, surgía nuestra faceta artística. "¿Vamos a hacerle una ikebana a García ..?" Garcia era un buenazo. Un tipo de un carácter muy tranquilo. Pero, lamentablemente, su puerta era la ideal para hacer ikebanas, por las rejas. Durante un rato, juntábamos ramas con hojas, cuerdas, trapos, tablas, etc., y lo trenzábamos en la puerta. Un poco de basura, también hacía al colorido. Después, nos alejábamos, para ver la salida de García. Salía a la vereda, miraba la ikebana, y con toda tranquilidad se ponía desmontar nuestra obra.
Era un buen tipo. Muy distinto a Cara 'e Goma, un viejo que nos tiraba medios ladrillos desde su terraza.

Tucu: Tus niños del asentamiento hubiesen sido buenos compañeros de juego para nosotros. Habría que ver si tienen esa cuota de salvajismo que se requiere para los grandes logros ¡Ja, ja ...! Yo creo que no nos bastaba vivir en un mundo real. Teníamos que destruir, continuamente, bastante del irreal ¡Ja, ja ...! Un abrazo.

silvio dijo...

EEUU estuvo a punto de detonar accidentalmente una bomba atómica en 1961

Eduardo, el viejo escaramujo dijo...

SIlvio, ayer olvidé preguntarte: ¿sabes qué fue de Mirita?

Unknown dijo...

Silvio: Si, yo pienso lo mismo. Hay una razón para recordar cada tesoro pirata enterrado en mi. (No puedo hablar por otros. No sé si también les pasa.) Siempre empiezo por la sospecha de que el niño que fui, se ha perdido. Que me transformé en un extraño para mí mismo. Entonces, recuerdo cosas, y espero sentir algo. No se trata de otra persona. Se trata de mí. No es narrar una historia que pueda ser la de cualquiera. Tengo que sentir algo. Un sentimiento genuino, que no sea ese bienestar que me dan tus memorias tan hermosas. Y, eso ocurre. Vuelvo a sentir esas mezclas de audacia y miedo, de bondad y de maldad, de verdad y mentira, el extrañamiento del ilusionista que se pierde en sus propios inventos ... Y, me reconozco en el adulto de hoy. Hay sentimientos que se han hecho tan delgados, tan debiluchos, que sería injusto decir que son lo que fueron. Pero, si les hago una ADN, puedo probar mi paternidad de aquellos ¡Ja, ja ..! ¡Ya empecé ...! Fin del recorrido.
Ahora que lo pienso, cada vez que se le abrió la puerta para recordar, a la persona que tenía enfrente, lo hizo. Y, he visto expresiones luminosas que me hicieron pensar que estaban sintiendo lo mismo que yo, cuando me pongo a recordar. Creo que todos buscamos lo mismo. Creo que sentimos con intensidad, sólo que la única forma de transmitirlo bien es mostrando nuestro rostro. No podemos contar nuestras cosas mejor que con una sonrisa, o una lágrima. Tal vez por eso es que somos tan agradecidos con quienes pueden poner en palabras todo aquello que nos representa. Un abrazo, Silvio.

Sergio dijo...

Silvio
Gustavo M.

Lo que si pienso es que esta vida moderna de las ultimas decadas del Siglo XX y lo que va del Siglo XXI va conviertiendo a los niños en seres mas individualistas y menos socializantes y eso hace mucho daño a los propios niños y a todos .

Muchos niños intercambian hoy mas con la computadora, conlos juegos electronicos, con su celular y con otros aparatos que con los otros niños de su propia edad, dedican horas y horas a hablar, jugar o relacionarse con seres inanimados hechos de plastico, hierro o aluminio,cables y botones y no con otros niños.
Y lo mas triste es que no son , en una gran mayoria, juegos instructivos o que dejen un mensaje formador , tan necesario a esas edades tempranas.
Hoy son muchos los padres que no dejan salir a los niños de sus casas para ver a sus amiguitos, piensan que es suficiente con la computadora o esos otros aparatos que le meten y nos meten por los ojos mañana, tarde y noche y que al final terminamos comprando.
Y si a ello sumanos la violencia de las calles en muchos paises, pues con mas justificacion aun los niños no deben salir a relacionarse con otros iguales.
Los que tenemos un poquito mas de edad recordamos y con mucha nostalgia, pues la vida se nos va muy rapido, aquellos tiempos en que la calle era el lugar preferido para cualquier tipo de juego socializador.
En Cuba era jugar a las bolas o chinatas, en dependencia de la region y habian numerosos formas de ese juego , el role y la raya, al uñate y otras mas, o uno de los mas populares, el de indios y vaqueros , claro siempre ganaba el hombre blanco como vaquero , la influencia del cine norteamericano era mucha desde entonces, y era un juego muy economico y casi al alcance de todos los niños de cualquier clase social, solo se necesitaba eso que decia Silvio una rama para hacer una arco y un pedazo de madera para la flecha, o hacerla con una madera cualquiera y una tira de camara de bicicleta y chapas de las botellas de refrescos y ya se formaba la guerra entre buenos y malos. Los niños de padres de mejor situacion economica tenian unos arcos y flechas que para que, aunque a veces los otros niños con mas vida callejera se la quitaban y jugaban con ellas, pero al final todos compartian y socializaban como buenos amiguitos, aunque en algunas ocasiones o mas que en algunas ocasiones se formaban grande broncas , con punetazos y partidura de cabezas incluida.
Que tiempos aquellos.Se dice que todo tiempo futuro es o debe ser mejor, pero en eso de los juegos de los niños creo que los tiempos pasados fueron mejores, al menos menos egositas y mas socializadores.

Silvio, que tal si hicieramos en Segunda Cita un levantamiento de los juegos que existieron hace años y que tanto se disfrutaban, algunos ya extinguidos como los mamuts.Digo un levantamiento de los muchos paises donde estan presentes los Segundociteros.
Creo se le haria un buen aporte a los niños y
nos los agradecerian ellos y los padres.
. juego de bolas, chinatas, papalotes con cuchillas para cortar a los otros y se fueran volando,empinar chiringas , mucho mas economico para el que no tenia dinero para comprar el papalote,el chucho escondido, las tumultuosas guerras de indios y vaqueros,que terminaban a veces en tumultuosas broncas entre niños, el palo y la quimbumbia , quien se acuerda de eso ya,el juego del quemao con pelotas de goma que tambien terminaban en broncas callejeras.
Y muchisimos mas. Estoy seguro saldria un excelente libro para los niños, que tal vez los padres disfrutariamos mas, pues nos llevarian como el cuento del "Mundo Real" a esa etapa que tanto añoramos.

Disculpen la falta de acentos , pero la maquina no los registra.

Saludos
Sergio

Bárbara Vasallo dijo...

Oye Escaramuji, estás en todas!! no se te va ni una ja ja

Alguien fue a Santiago de la Vegas?? pueden contar?? Silvio, no hay foticos??

Buen sábado para tod@s, yo estoy trabajando. Ya fui a la presentación de la plaquette de la editorial Vigía y dentro de un rato, seré espectadora en el programa Entre Puentes, con Liuba María Hevia, que anda por mi ciudad

maca_sarroca dijo...

he disfrutado mucho esta serie de comentarios, se siente comunidad - panal

un saludo a Esca por su cumple, para que siga festejando y disfrutando aunque ya haya pasado

un abrazo fraterno para Lebis

otro para el nuevo abuelo

un beso a Malva por explicitarlo tan claramente

muchos besos más para todo el panal!!

maca

Zule dijo...

Silvio con tu permiso que sino no me lo perdono

EDUARDO, el Viejo Escaramujo, MUY FELIZ DESCUMPLEAÑOS!! Más vale tarde que nunca!!!! Muchos besitos...

la Tucu dijo...

Pasada veloz a cumplir con un pedido

Cida y Vivian con la bandera de los cinco en Salvador

Mucha emoción esa bandera!!!

Gustavo, Sergio, Silvio, los leí, y mas tranquila comento de este tema que me apasiona, jugar!!

Mariela dijo...

hOLA sILVIO,
tras una intensa lluvia en mi ciudad que acompaña el cielo gris y melancólico, me decidí por fin a escribirte lo que realmente sucede en mi vida desde tu entrada en ella..si, si, estas en mi vida,quizás vos ignorándolo. Pero lo mio no es un fanatismo típico de niñas gritonas,ni el de las románticas que ven en tus canciones las palabras que quisieran escuchar de sus enamorados.

Lo mio no es fanatismo, como decirte..es mas bien terapéutico. Sufro de Ataques de ansiedad, muy comunes en este lado del mundo, por este malvado sistema, donde te hacen creer que el tiempo corre, el tiempo es dinero, el tiempo no vuelve, el tiempo.. Luego de 22 años escuchando tu música legada por mis viejos ( tengo 30 años), en una de mis sesiones de terapia, ante la pregunta, y en que momento no sentís ansiedad..?
Mi respuesta fue, cuando estoy trabajando ( trabajo con niños autistas), y cuando escucho canciones de Silvio Rodriguez..Fue raro darme cuenta que sos mi Acompañante terapéutico, sabes eso es impagable. No hay fármacos ni manuales, solo las melodías pueden sanar. Muchas gracias, desde el fondo de mi alma. y no hace falta publiques esto que te escribo, aunque si lo hicieras sabría que lo as leído, un abrazo. Mariela ( Patagonia Argentina)

silvio dijo...

Mariela, me alegra haberte servido. Bienvenida a Segunda cita.

silvio dijo...

Hay una nueva entrada.

Unknown dijo...

Sergio: En 1999 yo hacía prácticas como trabajador social en un Equipo de Orientación Escolar, en el barrio de La Boca. Tuve que hacerle una visita a una familia, en su hogar, tratando de entender las dificultades que el niño presentaba en la escuela. La Escuela era (es) una fábrica de prejuicios, y sospechaban "violencia familiar". La mamá del niño era mucama con "cama adentro", y sólo volvía a la casa los domingo. Estaba a cargo la abuela. La misería había transplantado a esta familia, de una casa de dos plantas, en su pueblito de Jujuy, a una pieza en un conventillo de La Boca. El niño, fuera de la escuela, se la pasaba sentado frente al televisor, en esa pieza sin ventanas, con luz artificial en pleno día. La abuela no dejaba que saliera, siquiera, a la puerta de calle. El patio de los conventillos se había convertido en un lugar peligroso, porque ahí se "transaba" la droga, y no era lugar para un chico. Las madres del barrio habían abandonado las plazas como lugar de recreación. Había "barritas" de adolescentes peligrosos, pero además, los drogadictos dejaban jeringas enterradas en los areneros, y los chicos podían clavarse una aguja, con el peligro de que estuviera contaminada con el HIV. Esta abuela estaba confundida. No entendía lo que la Escuela pretendía de ella. Le habían exigido ponerse firme con su nieto, y ponerle límites. Lo hizo según se hacía en su pueblo, desde siempre. La vieron pegarle al chico a la salida de la escuela, y ahí nomás se recibió de "golpeadora", y el chico, víctima de "violencia familiar". Por supuesto, el informe que presenté negó por completo esa explicación.
Para estos niños se pensó en crear Juegotecas, salones de juego, con diferentes actividades en muy poco espacio, y equipados con donaciones y con operadores de juego voluntarios. Sólo una se puso en marcha, y la utilizaron dos grupos de 25 niños, que tenían sólo un día a la semana, cada uno, por un lapso de dos horas.
Yo siempre estuve en contra de este recurso, si es que se concebía de esta manera. Distinto era si servía para articular actividades para recuperar espacios públicos (las plazas, las veredas, los patios de los conventillos), porque no llegábamos ni al 1 % de la población infantil. No convencí a nadie. El trabajo en la Juegoteca era bastante tranquilo, y lo que yo proponía suponía una cantidad de articulaciones que agotaban, sofocaban, hartaban, de sólo pensarlas. Y, había mucha gente que había aprendido a administrar muy bien sus energías ... Me diagnosticaron "delirio", y las aguas se calmaron.
Esta es una de las razones por las que nunca pude dejar de dializar, y cambiar de profesión definitivamente.
Ojalá haya aportado algo a las cosas que suponés (con acierto) que han ocurrido en otros países. Saludos, Sergio.

Belén dijo...

Precioso

Kinka Pitó dijo...

Con permisito, si me aparto un piquitin de los armonicos galaxiales de la entrada, para contar a los amigos un par de hechos de este pedacito de terruño.

Gustavo: El 12 de octubre es la fecha confirmada de de "la farandula" donde actuaran mis chicos, (estamos como locos trabajando en eso) te digo por si te vienes, claro que te me traes tus piezas de baño y estas invitado a la pileta que concurro, es climatizada, aunque te adelanto que sus instalaciónes dejan mucho que desear... Preferiria atribuir el musgo en las paredes del alrededor a las magicas influencias del agua ensortilegiada que a la mala manutención.

Due:

¡Hoy gran dia! ¡ Toca Vicente en Tandil!

silvio dijo...

Kinka, le acabo de decir a Vicente que se haga una foto contigo para que me la mande, así que ponte lindo.

Raúl Ybarnegaray dijo...

Silvio, qué texto precioso. Precioso de verdad!!

"Labana", me encantó! jaja... y la parte en la que reflexionas sobre el concepto de "10 veces más"... sencillamente delicioso leerlo.

Quería preguntarte cuándo escribiste esto? pero ya veo que lo mencionaste. Lo que no tengo claro (y me gustaría saber, si se puede), es "qué edad tenías" cuando escribiste esta belleza de texto.

:)

Un gran y coloreado abrazo! para tí y por supuesto para la gran familia de SC.

Unknown dijo...

Te quiero mucho Aprendiz, mi amigo entrañable...

silvio dijo...

Nair, bienvenida a Segunda cita.

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