viernes, 30 de noviembre de 2018

Aquel día podíamos ofrendar la vida a la Patria

Por Vilma Espín Guillois


Ya en Santiago, me puse a las órdenes de Frank otra vez y comenzamos a trabajar rápidamente. Yo no tenía mucha idea de lo que iba a ocurrir, sabía de un desembarco, pero más nada. Ya Fidel había dicho: «En el 56 seremos libres o seremos mártires».
En casa teníamos un jeep y una máquina que yo manejaba, y los utilizábamos para ir a hacer las prácticas de tiro, que hacíamos con tres o cuatro balitas, una para cada fusil porque teníamos tres fusiles. Hacíamos las prácticas en una finca cerca de San Luis, y allí mismo escondíamos las armas.
Mientras Frank tuvo el Estado Mayor en mi casa, yo era la que hacía los contactos por teléfono, y lo hacía con el nombre de Alicia.
Hicimos conexiones con varios médicos, enfermeras, organizamos cursos de primeros auxilios para un grupo de muchachas y pedimos casas a diferentes personas. A estos sitios les llamábamos «los botiquines». En cada uno habría un médico, un enfermero o una enfermera y mi grupo de muchachas de las que habían pasado los cursos de primeros auxilios.
A principios de noviembre se les entregaron las armas a los grupos más aguerridos, como el de Pepito Tey. Otros grupos recibieron su armamento pocos días antes de la acción y en algunos casos el día anterior.
El día 23 de noviembre se dio la orden a los jefes de grupo que participarían en la acción, de estudiar y rendir informe del objetivo militar que les correspondía. Tres días más tarde, la dirección del Movimiento decidió que los puntos fundamentales serían: la Policía Nacional y el cuartel Moncada.
***
En la mañana del 29 Frank habló conmigo y me explicó que ya había salido el barco, y eso quería decir que debíamos tener todo listo para la madrugada del 30. Yo tenía que hacer muchas cosas, tenía incluso que dar todas las direcciones de los botiquines a todos los grupos de acción. Bueno, aquello fue un corre corre tremendo, hubo que preparar todas las cosas en el último momento, pero el secreto se guardó rigurosamente todo el tiempo hasta el momento mismo de la acción. A todo el mundo se le había planteado que eso era una prueba, es decir, que se iba a dar una alarma falsa para probar a la gente. Así se hizo, y a las seis de la mañana se le dijo a todo el mundo: «Bueno, esto no es prueba, ya salió el barco y debe llegar hoy».
Era la primera vez que se veía el uniforme verde olivo en las calles, este fue un hecho de gran trascendencia que levantó mucho la moral de los compañeros y del pueblo en general.
A las siete de la mañana del día 30 de noviembre comenzaron las acciones. Pepito Tey, al pasar frente a la casa con sus compañeros en un carro repleto, con las armas en alto y uniforme verde olivo nos vio, hizo el saludo militar y gritó: «¡Viva Cuba Libre!».
El bombardeo al cuartel Moncada era la acción inicial, la que falló al ser hechos prisioneros Léster Rodríguez y Josué País, que eran los encargados de disparar el mortero. Esto creó cierta confusión, no obstante se llevaron a cabo las acciones preparadas. Minutos después de las siete de la mañana, el comando que realizaría la acción del asalto a la ferretería Marcé cumplía exitosamente su misión.
El asalto a la Policía Marítima duró aproximadamente dos horas, la acción fue exitosa, fueron ocupadas 37 armas largas, entre otros avituallamientos, el edificio fue tomado por los jóvenes revolucionarios, pero con la llegada de refuerzos del ejército tuvieron que retirarse.
La acción de la Policía Nacional fue la más difícil y dejó un saldo doloroso para el Movimiento al caer tres valerosos combatientes: Pepito Tey, Tony Alomá y Otto Parellada.
***
Yo creo que Pepito Tey pensó que iba a morir en la acción del 30 de noviembre, y en realidad se arriesgó mucho, quizás porque siendo jefe del grupo sintió que tenía el deber de cubrir con su cuerpo a los demás; se quedó parado allí. Él sabía que era una posición arriesgada, un ataque difícil, y aunque se realizó con éxito, él pensó que no era fácil que saliera con vida de aquello. Incluso se despidió de los compañeros aquella noche; les dijo que lo único que quería era que le pusieran una rosa blanca. A mí me llamó a las siete de la mañana y me dio un recado para Frank, pero era un poco para despedirse de todos porque iba a morir, pero estaba convencido de que la acción era necesaria.
Histéricos estaban los soldados que al otro día cruzaron con una ráfaga de ametralladora todo el frente acristalado de la funeraria cuando velábamos a Pepito. Armando, Yeyé (Haydée Santamaría)  y yo nos cuadramos saludando militarmente cuando salió el carro mortuorio.
Durante todo el día se mantuvieron francotiradores hostigando a las fuerzas de la tiranía, aunque ya no había posibilidades de mantenerse en las calles...
Mientras, se empezó a plantear que estaban rodeando la casa. Salí a la casa que estaba detrás, que era de un médico que conocía, porque yo sabía que esa casa tenía un cielorraso grande, de madera, y quería meter allí las armas que teníamos, los uniformes y las cosas, para no perder nada cuando nos fuéramos. Se lo propuse a Frank y me fui a la casa esa. Claro, al estar fuera me di cuenta de que no estábamos rodeados, pero los compañeros que iban llegando pensaban que los venían siguiendo, con mucha lógica, porque en definitiva, como a las dos horas, así fue, comenzaron a rodearla, pero yo no quería irme sin meter las armas en la casa de al lado.
Entonces llegué allí y le dije a la familia: «Váyanse para la casa de enfrente ahora mismo, porque va a pasar por aquí todo el mundo, y los van a acusar a ustedes después». Y se fueron corriendo todos para la casa del frente, aterrados, hasta en bata de casa. Cuando vuelvo para buscar las armas, se había ido todo el mundo; Frank había dejado dicho con Armando y Haydée que me fuera, había planteado que ya no había objeto de mantenerse en la casa, que se fuera cada uno para su lugar, pero muchísimas cosas se quedaron allí.
Armando y Yeyé me decían: «Frank dio la orden de que te fueras enseguida», y yo inventé que se me había quedado la cartera con la cartera dactilar. Entonces Haydée y yo subimos otra vez a la casa.
El claro amanecer del 30 de noviembre no podrá borrarse jamás de la memoria de los que tuvimos la dicha y la honra de participar en aquellos hechos. Recuerdo vívidamente cada uno de los pensamientos que bullían en mi mente; la preocupación y ansiedad por Fidel y los compañeros que creíamos arribando a nuestras costas, el cuidado por cumplir eficientemente las misiones a mí encomendadas por Frank y, sobre todo, la intensa emoción que nos embargaba, genuina euforia motivada por saber que aquel día podíamos ofrendar la vida a la Patria.
***
Era 1ro. de diciembre, y aún no sabíamos de Fidel, no cesaba la honda preocupación que desde el día antes nos martillaba. La idea de Frank era que, al terminar las acciones principales del 30 de noviembre y regresar sus participantes, nos fuéramos para la Sierra. Había parqueado un camión en el garaje del Estado Mayor y nos había advertido a Yeyé y a mí que lleváramos pantalones largos y zapatos cómodos.
Se había dado la orden de que todo el que se quedara regado tratara al otro día de hacer contacto conmigo en mi casa. Fuimos a casa de Agustín Navarrete, y se habían llevado a toda la familia presa. Fuimos a otros lugares, no encontramos a la gente...
Los días que mediaron desde el desembarco del Granma hasta que supimos de Fidel, fueron angustiosos e inquietantes, circulaban noticias de la muerte de los expedicionarios, incluidos el Jefe de la Revolución.
En los días siguientes, Haydée y yo estuvimos recogiendo las armas que habían quedado en dos o tres casas, hicimos contacto con los compañeros que se hallaban ocultos, se volvieron a integrar los grupos de acción y Frank comenzó inmediatamente a dar orientaciones. Al segundo día, se supo ya que Fidel había desembarcado, aquello nos alentó aún más; se decía que lo habían matado y, aunque pensábamos que no era cierto, siempre quedaba la preocupación de una posibilidad... Fueron días difíciles aquellos... Alrededor del día 20 tuvimos por fin contacto.
Vino un campesino de la zona a avisarnos que Fidel estaba vivo, y esto confirmó nuestra seguridad, porque estábamos seguros de que todas aquellas bolas de que lo habían matado eran mentiras. Al propio tiempo se comunicó que iba a bajar uno de los compañeros. Resultó ser Faustino, quien llegó el día 24 de diciembre...
El encuentro con Faustino fue extraordinario. Salíamos hacia Boniato, cuando vemos por la calle a un hombre flaco que venía subiendo. Y en plena calle lo cargamos en peso y lo llevamos así hasta mi casa. «Creo que estoy muerto», decía. Traía mucha hambre y se le mataron unos pollos de cría que tenía mi mamá. Él comía, comía, mientras decía: «Esto es un hambre orgánica». Entonces nos lo llevamos para una casa de mi familia que había en las afueras. Faustino se sorprendió porque cada vez que pasábamos por las postas registraban a todo el mundo; le tocaban las piernas a Frank y no se daban cuenta de quién era, pasábamos por las postas, nos registraban a todos...


(Testimonio tomado del libro Vilma, una vida extraordinaria).

lunes, 26 de noviembre de 2018

Comentarios preliminares sobre el arte de la profecía*

Por Gilbert Keith Chesterton

El género humano, al que muchos de mis lectores pertenecen, ha jugado desde siempre a juegos de niños y es probable que lo siga haciendo hasta el final, lo que supone un engorro para los pocos individuos maduros que hay. Uno de sus juegos predilectos es el llamado "Deja el mañana a oscuras", o también (por los aldeanos de Shropshire, no me cabe duda) "Chotéate del profeta". Los jugadores escuchan con suma atención y el mayor respeto todo cuanto los hombres con luces tienen que contar sobre lo que va a acontecer en la generación siguiente, esperan entonces a que todos aquéllos fallezcan para enterrarlos con decoro y luego siguen su camino y pasan a otra cosa. Eso es todo. Sin embargo, para un género de gustos sencillos no puede haber nada más divertido. 

Pues la humanidad, niña como es, actúa siempre con porfía y a hurtadillas. Y nunca, desde que el mundo es mundo, ha hecho aquello que los sabios juzgaban inevitable. Se cuenta que lapidaron a los falsos profetas, pero habrían lapidado a los profetas genuinos con deleite mayor y más justificado. Por separado, los hombres pueden parecer más o menos racionales cuando comen, duermen o urden algo. Pero la humanidad en su conjunto es veleidosa, mística, inconstante, encantadora. Los hombres, hombres son; pero el Hombre es una mujer.

Ahora bien, en los albores del siglo xx el juego de "Chotéate del profeta" se complicó más que nunca. Ello era que había entonces tal cantidad de profetas y de profecías, que resultaba difícil mofarse de todas sus ocurrencias. El hombre que había hecho por su cuenta y riesgo algo atrevido y descabellado, quedaba al instante paralizado por la idea atroz de que aquello estuviese ya previsto. Nadie, ni el duque que se encaramaba a un poste ni el deán que se emborrachaba, podía sentirse plenamente satisfecho, pues siempre era posible estar cumpliendo una profecía. En los albores del siglo xx no había forma de saber qué terreno pisaban los listos. Abundaban tanto que un bobo resultaba harto excepcional y, cuando aparecía uno, la multitud lo seguía por las calles, lo enaltecía y le otorgaba algún alto cargo en el Estado. Y todos los listos se dedicaban a presentar informes de lo que iba a pasar en la nueva era, todos ellos muy esclarecedores, todos muy sesudos y desgarrados, todos muy dispares entre sí. Parecía, pues, que el inmemorial juego de la mofa de los antepasados ya no iba a poder jugarse más, porque los antepasados prescindían de la comida, del sueño y del ejercicio de la política, entregados como estaban a meditar noche y día sobre lo que sus descendientes podían hacer. 

Pero los profetas del siglo xx tenían una manera muy suya de ponerse manos a la obra. Lo que hacían era observar esto o lo de más allá, algo que a todas luces ocurría en su tiempo, para luego decir que aquello no pararía de aumentar hasta que se manifestase un fenómeno extraordinario. Y solían añadir que en algún lugar inusitado aquello tan extraordinario ya se había producido, lo que constituía un signo de los tiempos.

Allí estaban, verbigracia, Mr H.G. Wells y otros, según los cuales la ciencia se enseñorearía del futuro, y así como el automóvil era más rápido que la carreta, así habría de aparecer otra maravilla a su vez más rápida que el automóvil; e igual hasta el infinito. De esa suerte resurgió de sus cenizas el doctor Quilp, quien dijo que con su artilugio se podía dar la vuelta al mundo lo bastante rápido para sostener una larga charla con alguien de una aldea del viejo mundo, pronunciando una sola palabra de una frase cada vez que se volviese a pasar por allí. Y se contaba que el experimento había sido ensayado con un veterano oficial apoplético que fue lanzado a rodar por la tierra a velocidad de vértigo, de modo que aquélla quedó ceñida (desde la perspectiva de los habitantes de alguna estrella lejana) por una cinta ininterrumpida de bigotes blancos, tez encarnada y chaqueta a cuadros: más o menos como un anillo de Saturno. 

Estaban también los de la escuela antagónica. Entre ellos, Mr Edward Carpenter, según el cual en muy breve plazo de tiempo retornaríamos a la naturaleza y viviríamos de un modo sencillo y apacible, cual animales. Discípulo de Carpenter era el teólogo James Pickie (del Pocahontas College), quien afirmaba que los hombres mejoraban inmensamente al rumiar o ingerir el alimento de un modo pausado y continuo, a la manera de las vacas. Y contaba que él mismo, con los resultados más alentadores, había puesto a cuatro patas a unos cuantos ciudadanos en un campo cuajado de chuletas. Por si eso fuese poco, a Tolstoi y a los Humanitarios les dio por decir que el mundo se estaba volviendo más misericordioso, y que por eso mismo ya nadie desearía nunca aniquilar a un congénere. Y Mr Mick no sólo se convirtió en vegetariano, sino que a la postre declaró condenado el propio vegetarianismo ("el derramamiento", como explicaba con elegancia, "de la verde sangre de los animales mudos"), y predijo que los hombres, en una era mejor, no vivirían sino de sal. Hasta que apareció aquel panfleto de Oregón (donde se ensayó la cosa) intitulado "¿Por qué ha de sufrir la sal?", con lo cual el asunto se complicó todavía más. 

Por otra parte, los había que predecían que los lazos de parentesco se iban a volver más estrechos e implacables. Entre ellos se contaba Mr Cecil Rhodes, para quien en el futuro no existiría más que el imperio Británico y se abriría un abismo entre los que pertenecen a aquél y los que no, entre los chinos de Hong Kong y los chinos de fuera de Hong Kong, entre los españoles del Peñón de Gibraltar y los españoles que no viven allí, un abismo semejante al que existe entre el hombre y los animales más inferiores. Siguiendo esa línea de pensamiento, su impetuoso amigo el doctor Zoppi ("el Pablo del Anglosajonismo") llegaría aún más lejos, al sostener que, en consonancia con la idea antedicha, el canibalismo debería aplicarse para definir la ingestión de un miembro del imperio, no la de ningún miembro de los pueblos sometidos, quienes, decía, tendrían que ser eliminados con el fin de ahorrarles un inútil sufrimiento. El horror que le producía la idea de comerse a un hombre de la Guyana Británica mostraba hasta qué punto entendían mal su estoicismo quienes lo consideraban un hombre falto de sentimientos. Sea como fuere, pasaba por un trance difícil, pues se contaba que había ensayado el experimento y que, pues vivía en Londres, para sobrevivir no disponía de otro recurso que de organilleros italianos. Y así terminó sus días de un modo atroz, porque no había hecho más que empezar cuando Sir Paul Swiller dictó su gran conferencia en la Royal Society, donde demostraba que los salvajes no sólo hacían muy bien en comerse a sus enemigos, sino que además estaban asistidos de razón, moral e higiénicamente hablando, toda vez que era incuestionable que las virtudes del enemigo pasaban, una vez devoradas, al devorador. El caso es que la idea de que la naturaleza de un organillero italiano anidase y creciese irremediablemente en su interior terminó por sobrepasar el aguante del bondadoso y anciano profesor. 

Figuraba también Mr Benjamín Kidd, que decía que el desarrollo de nuestro género tendría como seña de identidad la guarda del futuro y su conocimiento. En su idea abundó William Borker, autor de ese pasaje que todo colegial sabe de memoria, aquel que dice que los hombres llorarán en el futuro ante las tumbas de sus descendientes y que a los turistas se les mostrará el escenario de la histórica batalla que iba a tener lugar siglos después.

Y también Mr Stead descollaba, el hombre que pensaba que Inglaterra estaría unida a América en el siglo xx; no menos que su joven lugarteniente, Graham Podge, que incluía los Estados de Francia, Alemania y Rusia en la Unión Americana, con el Estado ruso abreviado a Ra. 

Y también estaba Mr Sidney Webb, que decía que en el futuro se asistiría a un continuo aumento del orden y la pulcritud en la vida de la gente, y su pobre amigo Fipps, que enloqueció y se puso a recorrer el país entero armado con un hacha y se dedicaba a partir las ramas de todo árbol que no contaba con el mismo número en cada lado.

Todos estos sabios, haciendo gala de las formas de ingenio más variopintas, profetizaban aquello que no iba a tardar en ocurrir, para lo cual se valían de la misma fórmula, esto es, la de invocar algo que a su entender "se consolidaba", como reza la frase hecha, llevando ese algo tan lejos como se lo consentía su imaginación. Tal, declaraban, era la manera más legítima y sencilla de prever el futuro. Decía el doctor Pellkins en un admirable pasaje: 

"Así como cuando vemos en una pocilga a un marrano más grande que los otros, comprendemos, por una ineluctable ley de lo Inescrutable, que algún día será más grande que un elefante; así como cuando vemos que en un jardín crecen hierbajos y dientes de león cada vez más espigados, comprendemos que irremediablemente, no obstante todos nuestros esfuerzos, aquéllos se elevarán por encima de las chimeneas e impedirán la visión de la casa, así también comprendemos y con humildad reconocemos que cuando en la política humana hay una fuerza capaz, durante el espacio de tiempo que sea, de sobresalir en su actividad, esa fuerza continuará su ascenso hasta llegar al cielo". 

Se supo entonces que los profetas habían puesto a la gente (que mientras tanto seguía con el viejo juego de "Chotéate del profeta") en un aprieto sin precedentes. Parecía francamente difícil hacer algo sin que se cumpliese alguna de sus profecías.

Con todo, en la mirada de los peones, de los labriegos, de los marineros, de los niños y especialmente de las mujeres, había algo extraño que mantenía a los sabios en un estado febril o dubitativo. No podían escudriñar la estática fruición contenida en sus ojos. Todavía se guardaban algo bajo la manga: seguían jugando a "Chotéate del profeta". 

Hasta que los sabios se desbandaron y empezaron a gritar aquí y allá: "¿Qué nos deparará el futuro? ¿Qué será de Londres de aquí a un siglo? ¿Queda algo en lo que no hayamos pensado? ¿Casas vueltas del revés... más higiénicas, acaso? ¿Hombres que caminan con las manos... con pies más flexibles, eso sí? ¿La luna... automóviles... gente sin cabeza...?". Y así siguieron con su deambular y sus interrogantes, hasta que murieron y fueron enterrados con decoro.

Después la gente siguió con lo suyo e hizo lo que le vino en gana. Pero ya no quiero ocultar más la triste verdad. La gente se había burlado de los profetas del siglo xx. En el momento en que el telón de esta historia se abre, ochenta años después de la fecha de hoy, Londres era casi exactamente igual a como es en la actualidad. 

*Introducción a "El Napoleón de Notting Hill"

viernes, 23 de noviembre de 2018

Escrito hace 11 años

Desde que tengo uso de razón me ha parecido que la vida, la que uno ve y cree descifrar, va un poco y a veces no tan poco más allá de lo aparente.

Cuando niño jugaba a imaginar esa otra vida que supuestamente era la verdadera, hasta el punto de pensar que mi universo conocido –las calles de mi pueblo y sus vecinos eran, en realidad, una fantasía que la conspiración de los mayores me ponía ante los ojos.

Salía de mi casa pensando que alguien seguía cada uno de mis pasos con un telescopio y que, un minuto antes de empujar la puerta de mi abuela, mi tío Angelito se quitaba la camisa y los zapatos, se echaba talco en los pies y empezaba a silbar su melodía de bañarse, mientras mi abuela volaba a la cocina a fingir que daba los últimos toques a una champola de guanábana. Cuando yo entraba, la vida parecía compuesta para mis ojos.

Seguro que por hábito, nunca he dejado de imaginarme el mundo. Así lo he dicho aquí y allá, en mis canciones, a veces de forma muy explícita: He preferido hablar de cosas imposibles, / porque de lo posible se sabe demasiado.

Debe ser por eso que me identifico con Víctor Heredia, cuando dice: Hoy, ante el paso del tiempo, me pregunto, debo confesarlo, en forma dolorosa ¿qué ha sido de nosotros? Quiero decir de aquellos que escribimos esperanzados que el mundo cambiaría. Y siempre me respondo lo mismo para no claudicar ni desfallecer: lo seguimos intentando.

Frei Beto acaba de evocar la confesión de amor revolucionario del Che y señala a los que han confundido los medios con el fin. Pero, capaz de perdonar, pide a Guevara redentor que bendiga incluso a quienes quedaron atrapados en el limbo de la fascinación oportunista.

Resulta que yo también soy la Revolución. Me lo creí hace 40 años, puede que un poco desesperadamente, como el pintor al que le quitan la escalera y se queda colgado de la brocha, pero que –oh, sorpresa– en vez de estrellarse construye, a fuerza de deseos, un sustento tan o más sólido que el arrebatado.

domingo, 18 de noviembre de 2018

¿Qué más se puede decir? Que ya no se haya dicho

Por Esteban Morales

Confieso que, después de todos los artículos que he escrito y de los comentarios hechos a lo que muchos amigos economistas escriben, siento que ya no me queda mucho por decir. Por eso, más que continuar haciendo análisis sobre nuestra crítica situación económica, debiéramos tratar de concentrarnos en reclamar qué se hace con lo que escribimos. Ntenemos ni siquiera señales de que lo que escribimos se entiende, se considera útil, o se trata de opiniones a las que no vale la pena prestarles atención.

Sostengo la esperanza de que esta gira del Presidente cubano por importantes países de Asia: Corea del Norte, China, Vietnam y Laos, casi todos países que presentan economías exitosas y que se denominan socialistas, haya dejado en la mente de nuestro Presidente que se trata de experiencias que algunas cosas útiles nos pueden ofrecer, para levantar nuestra desastrosa economía, en la que este año, de nuevo, su PIB solo crecerá un 50% de lo que nos propusimos. Es decir, un 1%.

Por eso me atrevo a sugerir algunas preguntas que pudiéramos hacernos.

¿Cómo los mencionados países han logrado dinamizar sus fuerzas productivas; qué papel desempeña en ello la planificación, las inversiones extranjeras, la pequeña y mediana empresa, la inversión de los nacionales? Sí es que estas últimas existen. ¿Cómo manejan la agricultura, la empresa estatal, la cooperativa? Que entre nosotros es un sector vital.¿Cómo manejan el eufemísticamente llamado por nosotros trabajo por cuenta propia y si a este se le exige, como aquí, tantas restricciones, regulaciones y trámites burocráticos para poder trabajar? Lo cual nos tiene a casi todos dentro de la incertidumbre de si de verdad lo queremos o no en nuestra economía.

Ahora resulta que el trabajador por cuenta propia solo puede contar con una licencia. Acontrato por el Sistema R and B (Habitación y desayuno) no se permite realizarlo, pues en las reuniones con los cuentapropistas se ha dicho que solo pueden dar habitación y que los turistas deben adquirir desayunos en los restoranes y cafeterías habilitados al efecto. Desconociéndose aun cómo será el sistema de inspección. Se exigen licencias sanitarias, el dueño no puede dejar a cargo un empleado, etc. Por lo que, con tal situación, valdría la pena analizar si lo que se ha hecho beneficia al sistema o lo ha complicado. Cuándo no es un secreto para nadie que, si no fuera por esa forma de empleo, tendríamos miles de personas sentadas en los parques. Tiempo ha pasado y esta situación no termina de estabilizarse.

Sería interesante saber si la ayuda técnica que se brinda a otros países recibe salarios que representan una proporción adecuada de lo que se cobra a los que reciben la asistencia técnica y si se prohíbe, al igual que en Cuba, que sus familiares los acompañen, como es el caso de los médicos. Ahora se ha abierto una situación polémica con Brasil, que no parece estar muy bien explicada.

Pienso que tal situación puede resultar una desventaja para Cuba. Porque varios médicos se están quedando en el país del contrato y otros se marchan hacia Estados Unidos. Con la consiguiente pérdida de un esfuerzo de más de 50 años. ¿No sería mejor que Cuba reservara para sí solo un 25 o 30% del dinero que recibe y pagara mejores salarios a nuestros médicos? Pues se trata de un sistema de contratación tan oneroso que no representa un estímulo para el personal médico en el exterior. Poniéndonos en una situación vulnerable ante la posibilidad de que abandonen la misión. Contándose ya por cientos los que lo han hecho.

¿De qué modo esos países visitados, por nuestro Presidente, logran pagar salarios más acordes con las necesidades de consumo de sus trabajadores? Si es que lo hacen, o si, como en Cuba, los precios de los artículos de primera necesidad, principalmente los alimentos, crecen indeteniblemente, alejándose cada vez más del nivel salarial necesario para satisfacer las necesidades de las familias. Situación que parece que nosotros, en Cuba, no hemos abordado aun con la celeridad que se necesita.

¿Por qué esos países visitados están reduciendo la pobreza mientras, entre nosotros, crece peligrosamente¿Los países visitados tienen una estrategia para ofrecer cada vez más empleos remunerativos a la fuerza calificada, o la dejan ir, regalándole el capital humano creado a la emigración, tal y como está ocurriendo en Cuba? Debo decir que no veo qué estamos haciendo con este problema que nos descapitaliza de la fuerza más calificada. Trayendo, incluso, trabajadores de otros países para construir nuestros hoteles.

¿Es la agricultura, en esos países visitados, tan poco eficiente como la nuestra? Teniendo en Cuba un clima estable, sin crudos inviernos, un régimen de lluvias y una naturaleza benigna. Los ciclones y nuestras sequías no son comparables con los inconvenientes y los peligros que enfrenta la agricultura en otras latitudes: tornados, temblores de tierra, volcanes, animales peligrosos, enjambres de langostas que arrasan con las cosechas, etc.

¿Está, en esos países, la empresa estatal socialista tan limitada por un sistema de planificación, que la hace víctima de una burocracia que la ahoga, como a la nuestra? ¿Mantienen como nosotros las confusiones e incongruencias entre propiedad estatal y propiedad social? ¿O ya han encontrado alguna forma de tener una verdadera empresa industrial socialista?

¿Eligen los trabajadores de las empresas a sus dirigentes? O, como en nuestro caso, designan a gentes nombradas a dedo. Que a veces no han tenido contacto con los trabajadores que van a dirigir. Con lo cual afectamos algo tan importante como el sentido de pertenencia y el interés por producir más.

¿Es, en esos países visitados, el monopolio del comercio exterior tan rígido que deviene en limitaciones para la exportación privada, quitándole, además, capacidad para importar y frenando sobremanera el desarrollo de la pequeña y mediana propiedad, como es nuestro caso? ¿Existe en ellos, un mercado al por mayor, que ayude a que la pequeña y mediana propiedad avance, regularizando el comercio en función del crecimiento de la producción? ¿O continúan paralizados en este sentido?

¿Cómo son acopiados los productos de la agricultura, para que no se pierdan, como nos ocurre frecuentemente, para que lleguen al mercado con calidad y precios asequibles a los consumidores?

¿El turismo que practican presenta tantas deficiencias de atención, calidad y mal trato como se da en el nuestroAdemás, congelando recursos en construir nuevos hoteles que no sabemos si llenarán sus capacidades.

¿Cómo esos países visitados han logrado regularizar el transporte de personas? Algo tan determinante en el crecimiento de la productividad del trabajo. Situación que, además, resulta un verdadero sufrimiento para la vida social del cubano común. 

¿Cómo participan la intelectualidad y la ciencia en la crítica, de modo que la dirección política reciba opiniones que sirvan para mejorar el funcionamiento de toda la sociedad y la eficiencia económica del sistema en particular? O continúan como nosotros, que no logramos saber si lo que decimos respecto a la economía se toma o no en consideración.

Es cierto que todos esos países visitados no sufren un bloqueo económico, comercial y financiero brutal, como el que Cuba padece. Pero ese bloqueo se podría hacer menos lesivo si Cuba ayudara más, desde su modelo económico, haciéndolo cada vez más eficiente y productivo. Pues lo contrario, sería esperar porque Estados Unidos aplicase una política humanista que lo hiciera desaparecer, cosa que no se avizora ni a mediano plazo.

Sin dudas, las formas en que cada sociedad soluciona sus problemas depende mucho de su cultura. Estando seguro de que debemos encontrar nuestras propias formas de solución. Pues lo contrario sería que algunos problemas solo lo solucionáramos trayendo chinos, vietnamitas, coreanos y laosianos a convivir en nuestro país. Lo cual es un absurdo.

Aunque nosotros enseñamos a los vietnamitas a producir café y ahora son unos de los más importantes exportadores del mundo. Ellos, a su vez, nos están enseñando a producir arroz. ¿Por qué no pudiéramos repetir esa experiencia en otros aspectos? Incluidos, asuntos de política económica. No, en esto último existe una verdadero “cuello de botella”, porque no estamos dispuestos a aceptar que, algunas de esas experiencias en política económica, debieran ser estudiadas a fondo, sin prejuicios. Y mucho menos aplicar algunas.

Hasta ahora, cómo ya he dicho, huimos del capitalismo, pero lo estamos haciendo de tal modo que, si seguimos como vamos, terminaremos por caer exhaustos en sus brazos. Porque se cae en brazos del capitalismo, también, cuando no acabamos de dar con el modelo propio que nos salve. Políticamente hablando, ¿hasta cuándo será posible esperar?

Yo solo he mencionado algunos asuntos. Estoy seguro de que nuestro Presidente observó muchos más, que lo harán reflexionar sobre nuestra realidad y sobre lo necesario que es adaptar la mentalidad a los nuevos tiempos.

Pero, sobre todo, que de lo que se trata es de que el pueblo no continúe sufriendo nuestras incapacidades, nuestra lentitud en alcanzar un modelo económico que, después de 60 años, nos permita superar las que sin dudas son nuestras limitaciones, incapacidades que pueden devenir en desesperanza para un sector importante de la población, lo cual es un verdadero peligro para la sobrevivencia de nuestro sistema. Porque, frente a la desesperanza, a la gente no le va a preocupar mucho hacia donde vayamos, dado que nada puede ser más importante que la supervivencia.

Noviembre 14 del 2018.

miércoles, 14 de noviembre de 2018

Declaración del Ministerio de Salud Pública

El Ministerio de Salud Pública de la República de Cuba, comprometido con los principios solidarios y humanistas que durante 55 años han guiado la cooperación médica cubana, participa desde sus inicios en agosto de 2013 en el Programa Más Médicos para Brasil. La iniciativa de Dilma Rousseff, en ese momento presidenta de la República Federativa de Brasil, tenía el noble propósito de asegurar la atención médica a la mayor cantidad de la población brasileña, en correspondencia con el principio de cobertura sanitaria universal que promueve la Organización Mundial de la Salud.

Este programa previó la presencia de médicos brasileños y extranjeros para trabajar en zonas pobres y apartadas de ese país.

La participación cubana en el mismo se realiza a través de la Organización Panamericana de la Salud y se ha distinguido por ocupar plazas no cubiertas por médicos brasileños ni de otras nacionalidades.

En estos cinco años de trabajo, cerca de 20 mil colaboradores cubanos atendieron a 113 millones 359 mil pacientes, en más de 3 mil 600 municipios, llegando a cubrirse por ellos un universo de hasta 60 millones de brasileños en el momento en que constituían el 80 por ciento de todos los médicos participantes en el programa. Más de 700 municipios tuvieron un médico por primera vez en la historia.

La labor de los médicos cubanos en lugares de pobreza extrema, en favelas de Río de Janeiro, Sao Paulo, Salvador de Bahía, en los 34 Distritos Especiales Indígenas, sobre todo en la Amazonía, fue ampliamente reconocida por los gobiernos federal, estaduales y municipales de ese país y por su población, que le otorgó un 95 por ciento de aceptación, según estudio encargado por el Ministerio de Salud de Brasil a la Universidad Federal de Minas Gerais.

El 27 de septiembre de 2016 el Ministerio de Salud Pública, en declaración oficial, informó próximo a la fecha de vencimiento del convenio y en medio de los acontecimientos en torno al golpe de estado legislativo judicial contra la presidenta Dilma Rousseff que Cuba “continuará participando en el acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud para la aplicación del Programa Más Médicos, mientras se mantengan las garantías ofrecidas por las autoridades locales”, lo cual se ha respetado hasta este momento.

El presidente electo de Brasil, Jair Bolsonaro, con referencias directas, despectivas y amenazantes a la presencia de nuestros médicos, ha declarado y reiterado que modificará términos y condiciones del Programa Más Médicos, con irrespeto a la Organización Panamericana de la Salud y a lo convenido por esta con Cuba, al cuestionar la preparación de nuestros médicos y condicionar su permanencia en el programa a la reválida del título y como única vía la contratación individual.

Las modificaciones anunciadas imponen condiciones inaceptables e incumplen las garantías acordadas desde el inicio del Programa, que fueron ratificadas en el año 2016 con la renegociación del Término de Cooperación entre la Organización Panamericana de la Salud y el Ministerio de Salud de Brasil y el Convenio de Cooperación entre la Organización Panamericana de la Salud y el Ministerio de Salud Pública de Cuba. Estas inadmisibles condiciones hacen imposible mantener la presencia de profesionales cubanos en el Programa.

Por tanto, ante esta lamentable realidad, el Ministerio de Salud Pública de Cuba ha tomado la decisión de no continuar participando en el Programa Más Médicos y así lo ha comunicado a la Directora de la Organización Panamericana de la Salud y a los líderes políticos brasileños que fundaron y defendieron esta iniciativa.

No es aceptable que se cuestione la dignidad, la profesionalidad y el altruismo de los colaboradores cubanos que, con el apoyo de sus familias, prestan actualmente servicios en 67 países. En 55 años se han cumplido 600 mil misiones internacionalistas en 164 naciones, en las que han participado más de 400 mil trabajadores de la salud, que en no pocos casos han cumplido esta honrosa tarea en más de una ocasión. Se destacan las hazañas de la lucha contra el ébola en África, la ceguera en América Latina y el Caribe, el cólera en Haití y la participación de 26 brigadas del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Desastres y Grandes Epidemias “Henry Reeve” en Pakistán, Indonesia, México, Ecuador, Perú, Chile y Venezuela, entre otros países.

En la abrumadora mayoría de las misiones cumplidas los gastos han sido asumidos por el gobierno cubano. Igualmente, en Cuba se han formado de manera gratuita 35 mil 613 profesionales de la salud de 138 países, como expresión de nuestra vocación solidaria e internacionalista.

A los colaboradores se les ha mantenido en todo momento el puesto de trabajo y el 100 por ciento de su salario en Cuba, con todas las garantías laborales y sociales, como al resto de los trabajadores del Sistema Nacional de Salud.

La experiencia del Programa Más Médicos para Brasil y la participación cubana en el mismo demuestra que sí se puede estructurar un programa de cooperación Sur-Sur bajo el auspicio de la Organización Panamericana de la Salud, para impulsar sus metas en nuestra región. El Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Organización Mundial de la Salud lo califican como el principal ejemplo de buenas prácticas en cooperación triangular y la implementación de la Agenda 2030 con sus Objetivos de Desarrollo Sostenible.

Los pueblos de Nuestra América y del resto del mundo conocen que siempre podrán contar con la vocación humanista y solidaria de nuestros profesionales.

El pueblo brasileño, que hizo del Programa Más Médicos una conquista social, que confió desde el primer momento en los médicos cubanos, aprecia sus virtudes y agradece el respeto, sensibilidad y profesionalidad con que le atendieron, podrá comprender sobre quién cae la responsabilidad de que nuestros médicos no puedan continuar prestando su aporte solidario en ese país.

La Habana, 14 de noviembre de 2018

Fuente: http://www.sld.cu/noticia/2018/11/14/declaracion-del-ministerio-de-salud-publica

jueves, 8 de noviembre de 2018

¿Quién se atreve a redefinir el socialismo cubano?

Por Charles Romeo

No teniendo nada que hacer en mi forzoso retiro, recibo con agrado la visita de amigos extranjeros, algunos residentes en el país, y siempre la conversación versa sobre el momento político en Cuba.

Para ser franco, hay que decir que el intercambio se origina por el desconcierto que producen determinadas  acciones del Gobierno y de sus agencias, que a juicio de esas personas son difícilmente comprensibles y a veces hasta contradictorias con la política oficial definida en documentos programáticos. Como parten del supuesto de que los personeros del Gobierno Cubano son inteligentes, la “real politique” es inexplicable para quienes no son cubanos, a diferencia del pueblo que la acepta como algo inevitable a lo que hay que adaptarse

Un agricultor independiente ha logrado, cumpliendo con la política oficial de desarrollar la agricultura nacional, ingresos anuales que alcanzan la dimensión de millones de pesos cup y, dada la magnitud de sus resultados, se han presumido acciones por su parte que atentan contra la legalidad, y el hombre ha sido detenido. Es verdad que un millón de cup equivale a 40.000 CUC, que al parecer es mucho dinero (hasta que se compara con el precio de 30 cups por una libra de tomates o de cebollas, y de 40 cups por una libra de brócoli en el agromercado de 19 y A, Vedado). Por lo demás, esa cantidad apenas permite adquirir un pequeño automóvil usado, de procedencia coreana, en el mercado nacional, en donde la importación de automóviles por personas está totalmente prohibida.

Otro agricultor, especializado en la producción y comercialización de frutas congeladas, con mucho éxito, para lo cual ha tenido que construir un almacén refrigerado, al parecer ha despertado las sospechas de los aparatos judiciales o policiales y, al solicitar un pasaporte para viajar fuera de Cuba, fue informado de que no podía salir del país, sin que por ello se le diera una explicación. Simplemente Inmigración del MININT no le concede el derecho de cualquier cubano a adquirir un pasaporte para viajar al exterior.

Un empresario extranjero al cual el Estado le debe unos 3 millones de dólares que no puede pagar, ha solicitado que parte de esa deuda le sea pagada en CUC, que el utilizará como lo estime conveniente. Su solicitud, que conlleva nada menos que concederle al CUC el carácter de moneda al menos parcialmente convertible y que presupone su utilización final en Cuba --toda vez que no tiene valor alguno fuera de este país-- e incrementar su capacidad de pagos internacionales, ha sido rechazada. Al parecer la existencia de extranjeros en Cuba con grandes cantidades de CUC es inconcebible y supongo que también perniciosa. Conclusión que, de  ser cierta, difícilmente resulta compatible con lo que dice la Ley para las Inversiones Extranjeras en Cuba.

Confieso que ante estos casos debí batirme en retirada, ganando tiempo para encontrar una explicación racional para estos y otras manifestaciones similares de la política real del Gobierno Cubano. Desde mi profunda retaguardia intelectual trate de buscar explicaciones compatibles con el respeto que merecen los miembros del Gobierno de Cuba, y acudiendo a mis recuerdos de cómo y en qué condiciones establecimos el socialismo en Cuba --allá, hace tiempo--, al inicio de los años sesenta del pasado siglo, he llegado a la conclusión de que en el presente seguimos siendo prisioneros de un pasado que ya olvidamos.

Tal como si fuera el encuentro con una civilización desconocida, hay que remontarse en su historia para encontrar la explicación de cómo se mantienen aún ideas y comportamientos que tuvieron su origen necesario en pasadas coyunturas que ya fueron superadas y cuya razón de ser no se recuerda.
                                                    
Para entender la actitud conservadora de miembros de nuestro Gobierno y también de muchos cubanos, hay que hacerlo desde el punto de vista de la antropología.(1) Se trata de lograr entender el porqué del comportamiento de los hombres organizados de una cierta manera y de cómo y porqué piensan y actúan como lo hacen, es decir: la  racionalidad implícita subyacente que suele tener su origen en las condiciones existentes en un pasado ya remoto. Aunque la Revolución Cubana tiene no más de 60 años, el tiempo durante el que transcurren profundas transformaciones en la sociedad equivale a un tiempo cronológico mucho mayor cuando estas no suceden. En este caso se trata de encontrar la verdadera explicación de ciertas reglas que se aplican en una sociedad, aparentemente porque sí, toda vez que, interrogados quienes las deben hacer cumplir, su respuesta no pasa de decir que es lo que está establecido, y punto. Equivale a expresar que esa es la norma a cumplir únicamente porque ella existe y se presume que expresa una razón --ya no conocida--, aunque resulte contradictoria y hasta antagónica con otras que también existen. Se ha perdido el conocimiento de su vinculación con las condiciones que la originaron.

Veamos casos concretos de este fenómeno.

Finalmente, después de casi 10 años de existencia, se reconoce legalmente en Cuba la vigencia de actividades económicas productivas privadas e inclusive la compra de fuerza de trabajo para ello. La razón inicial y determinante fue que había que despedir trabajadores excedentes en el sector estatal de la economía y que, por tanto, se debía permitir que trabajaran por su cuenta para sobrevivir. Corolario de ello fue que lo que lograran producir sería considerado bienvenido para satisfacer necesidades insatisfechas de los cubanos y no cubanos,  lo que estos ratificarían mediante su compra voluntaria. Pero es bien sabido que para desenvolver cualquiera actividad productiva hacen falta recursos materiales y que desgraciadamente en muchos casos no se encuentran en el mercado nacional, por lo cual la solución lógica posible es importarlos, adquiriéndolos en el exterior. También es verdad que para ello quien los quiera adquirir requiere de divisas para su pago. Pero resulta que, en virtud de la espontaneidad propia de la economía de mercado, se ha conformado un mercado cambiario nacional libre ”a nivel de calle” donde se pueden adquirir divisas con moneda cubana a un tipo de cambio determinado por ese mercado. El tipo de cambio vigente premia a la moneda cubana, toda vez que fluctúa entre 0,92 y 0,96 centavos de CUC por un dólar norteamericano. Por consiguiente, todo se conjuga a los efectos de que los empresarios privados cubanos puedan adquirir con sus propios recursos las divisas necesarias para importar lo que les haga falta. No obstante, no lo pueden hacer porque  la Aduana General de la Republica aplica la norma de que ningún particular puede importar algo “con fines comerciales”. Semejante contradicción solamente puede ser comprendida si gracias a un enfoque antropológico se descubre que la regla que aplica la Aduana se retrotrae al lejano pasado del socialismo cubano, cuando toda actividad económica privada estaba totalmente prohibida, con excepción de la de los pequeños campesinos que, por lo demás, debían venderle sus productos únicamente al Estado, que también los abastecía de medios de trabajo. Pareciera entonces que la vigencia de ese orden de cosas, en la mente de cubanos de hoy, sea la razón implícita de que toda actividad privada considerada demasiado exitosa despierte la sospecha de que dicho éxito se debe a acciones ilegales o al menos moralmente censurables. Pero como ya decían los romanos, cuando alguien vende y otro le compra, ambos ganan con ese hecho. De no ser así, no hay compra-venta.

No hablemos de la prohibición que, de la misma manera, un ciudadano cubano importe un automóvil o cualquier medio de transporte para cargas, porque deberíamos también buscar su origen en la historia del socialismo cubano, cuando imperaba la igualdad en el consumo de los ciudadanos mediante libretas de racionamiento, procedimiento derivado del hecho de que en esa época era poco lo que había, y se estableció un principio de justicia social para su reparto igualitario. Los relativamente pocos automóviles que se importaban de los países socialistas, existentes en aquellos tiempos, eran repartidos por el Estado a un precio asequible, y  según los méritos reconocidos de los eventuales compradores por su contribución a las actividades de la sociedad. Hoy en día, de autorizarse la importación de automóviles, lo harían quienes tienen el dinero necesario, al margen de una clara y definida autoridad moral para ello debidamente aceptada por todos los ciudadanos, como lo fue en el pasado. Pero, ironía del destino, limitado hoy en día el mercado de los automóviles a los que existen en Cuba --almendrones, viejos Ladas, Polaquitos  y  vehículos vendidos por las empresas estatales que los alquilan y se deshacen de ellos a los dos años de uso--, han alcanzado precios al menos 10 veces más altos que sus equivalentes fuera del país, por lo cual solamente los cubanos muy, pero muy ricos, pueden adquirirlos. Esa sí que es una contradicción flagrante con “el horror nacional a la desigualdad en el nivel de vida”, que se expresa mediante la exclamación de: “¿Por qué ellos sí y yo no?”

Otros casos vigentes de estos fenómenos antropológicos son del tipo de una vigencia “para unas cosas si y para otras no”.

Durante décadas, tanto la arquitectura como la construcción cubana quedaron determinadas y limitadas a las posibilidades que brindaba el sistema de fabricación de piezas prefabricadas de hormigón. Así, secundarias básicas, hospitales, hoteles, eran estructuralmente semejantes. Pero además, y por razones que desconozco, edificar un hotel con esos elementos demoraba años, en adición al hecho de que sus diseñadores no tuvieran ninguna experiencia en materia de gestión hotelera. Ahí están esos ejemplares que hoy por hoy no pasan de lograr, a lo más, una categoría internacional de tres estrellas, de cinco posibles. 

Inteligentemente, a raíz de desarrollar una política turística para captar turismo internacional, se contrató a una importante empresa constructora francesa para que, asociada con entidades cubanas, edificaran hoteles de categoría cuatro, cinco y cinco estrellas “Plus”, y además lo hicieran en una fracción del tiempo que solían emplear las empresas constructoras cubanas. Se logró una virtual revolución exitosa en la actividad constructora de hoteles de calidad en Cuba y lo comprueba el hecho de que este año se reciban unos 4,7 millones de turistas. Es cierto que no es agradable también comprobar que, en determinadas actividades, se está lejos de los estándares correspondientes en otras regiones del mundo --en un país que recuerda la frase de José Martí ”Nuestro vino es amargo, pero es nuestro vino”--, pero la primera condición para ser inteligente es reconocer nuestra ignorancia y la segunda es aprender de los que saben, que es lo que se ha hecho en materia de construcción de hoteles para el turismo internacional y para su eficiente administración.

¿Por qué no generalizar esa práctica inteligente a otras actividades en que subsisten procedimientos ineficientes, particularmente en empresas estatales en que se ha perpetuado una gestión empírica cada vez más errada? Es el caso de Cubana de Aviación, que ha llegado a un estado en el que ya ni puede satisfacer las necesidades de transporte nacional y ha debido destinar sus oficinas comerciales a la venta de pasajes en autobús. Sus aviones no están en condiciones de operar y no ha dejado de existir como empresa gracias al subsidio gubernamental. ¿Por qué no hacer en este caso lo mismo que se hizo para la construcción hotelera? Porque, y en virtud del principio de la reciprocidad, por cada vuelo que llega a Cuba proveniente de otro país, le corresponde también a Cuba poder hacer un vuelo con sus aviones a esos  destinos, y estamos hablando de casi cinco millones de pasajeros que llegan anualmente a Cuba por vía aérea, además del mercado potencial interno. Y si bien el bloqueo norteamericano prácticamente impide la adquisición de aviones modernos, no restringe su alquiler, ni asociarse con una línea aérea de prestigio.(2)

Hay escases de automóviles de alquiler en Cuba, actividad de empresas estatales que no dan abasto a la demanda. El más pequeño automóvil para alquilar cuesta unos 70 dólares diarios y produce por tanto 490 dólares en una semana. Para tener una idea “cubana” concreta de qué representa esa suma, basta decir que una tonelada de arroz cuesta unos 450 dólares en el mercado internacional, o sea que por cada semana de alquiler de un pequeño automóvil que no se logre, el país deja de poder comprar una tonelada de arroz. Pero un pequeño automóvil compacto cuesta unos 9000 dólares y por tanto importar 1000 automóviles conlleva pagar 9 millones de dólares, e importar unos 2000 unos 18 millones y 3000 no menos de 27 millones. Habiendo una ley que autoriza las inversiones extranjeras en Cuba, ¿por qué no se invita a quien esté dispuesto a ello a establecer una empresa con ese fin en el país, que puede ser mixta o totalmente  extranjera? Puede que se invoque el hecho de que ese es un mercado cautivo de los cubanos, lo cual es cierto, pero también es cierto que hay que importar arroz.

Para construir buenos hoteles y administrarlos, sí. Para desarrollar la aeronáutica nacional, no. Como tampoco para dotarnos de más autos de alquiler.

Francamente, existe una realidad únicamente comprensible mediante una investigación antropológica sobre el origen de las ideas, costumbres y maneras de pensar, no solo de  quienes toman las decisiones en el Gobierno de Cuba sino también de muchos cubanos. El Secretario del Consejo de Estado dijo, al presentar el proyecto de Constitución Nacional ante la Asamblea Nacional del Poder Popular, que la nueva Constitución obligará a cambiar unas cincuenta leyes. Pero también habrá necesariamente que cambiar ideas vigentes, que surgieron en el pasado y que ya no tienen razón de ser, en vista de los cambios que se dice querer realizar.
                                                        
Regresemos al pasado y recordemos los fundamentos a partir de los cuales se estableció el socialismo en Cuba.

La investigación “antropológica” que se ha planteado conlleva retrotraerse a los tiempos del inicio de la construcción del socialismo en Cuba y conocer cuáles fueron los principios fundamentales de la organización de la economía socialista de quienes, en 1961 y 1962, debieron crear ese orden social en Cuba y que nada sabían de socialismo, salvo algún viaje a alguno de esos países y la lectura del Manual de Economía Política de la Academia de Ciencias de la URSS, el modelo a seguir, más las indicaciones de asesores venidos de la Unión Soviética y de Checoslovaquia para ayudarnos en esa tarea. Lo digo porque yo fui uno de esos “aprendices de constructor del socialismo”.

El primer y fundamental principio aplicado fue la apropiación por el Estado Cubano, a nombre y como representante del pueblo, de los principales medios de producción y de todos los recursos naturales del país, con la excepción --en el caso de la tierra-- de la perteneciente a los pequeños campesinos.(3) Y si bien quedaron en manos privadas algunos comercios, servicios artesanales, talleres y pequeñas actividades industriales, en 1968 fueron total y absolutamente estatizados. A partir de entonces únicamente el Estado y los pequeños campesinos estaban autorizados a producir y a comercializar, y estos últimos únicamente a venderles al Estado.

Corolario de ese principio fundamental, fue el que solamente el Estado podía importar y exportar a través de empresas comerciales creadas con ese propósito, con lo cual todas las demás, también las estatales, no podían hacerlo directamente.

Se discutió públicamente si en el socialismo cubano regia la producción mercantil y el resultado fue ecléctico: se creó el método presupuestario de financiamiento para la industria sobre la base de que no había intercambio mercantil entre empresas de un mismo propietario, el Estado, y se aceptó el principio de que tanto en la agricultura como en la venta a las personas sí regía el intercambio mercantil, así como en el comercio exterior. Pero a finales de los años 60 se eliminaron los registros contables de las transacciones comerciales y se procedió a cuantificar y controlar los intercambios de productos únicamente en los términos físicos --toneladas, quintales, arrobas, libras, unidades-- en los que se expresaban los planes de producción, abastecimiento, inversión y entregas de productos terminados, siendo la planificación el instrumentos de dirección de la economía. La contabilidad pasó a ser un registro sin utilidad práctica.(4)

Desapareció la utilización del sistema de mercado para asignar los recursos de la sociedad y lo precios eran calculados y establecidos por el Estado.

Si bien se conservaron los precios a pagar en dinero, para los productos que adquirían las personas, su venta a precios constantes y muy reducidos estaba regulada por cuotas personales iguales, que se registraban en las libretas de abastecimiento. Ya no se iba a la bodega del barrio a comprar sino a ver “qué estaban dando”. Únicamente hoteles, cafeterías, restaurantes, cines, bares, cabarets  y el transporte público, todos estatales, podían vender directamente a los clientes, solamente a cambio de dinero. Inclusive los teléfonos públicos eran gratuitos, así como los espectáculos deportivos.

Habiéndose reducido la utilización del dinero, se determinó consolidar todos los bancos en uno solo, eliminar la utilización de cuentas corrientes por las personas y los cheques, autorizándose únicamente cuentas de ahorro a las personas naturales.

Siendo prácticamente estatal toda la economía,  los impuestos ya no tenían razón de ser y  se eliminaron, y con ello el Ministerio de Hacienda.

Los viajes de las personas al exterior por razones personales quedaron sujetos a una exhaustiva investigación, para poder lograr la autorización correspondiente, y prácticamente fueron eliminadas las ventas de divisas para ello, salvo con autorización oficial expresa. Posteriormente, la tenencia por personas naturales de divisas extranjeras fue penalizada.

Aparentemente se había simplificado el sistema económico nacional --eliminando todas las manifestaciones propias de una economía mercantil capitalista-- y ganado en cuanto a un mayor control y un mejor funcionamiento. Aparentemente el Estado tenía el poder y los instrumentos para que se hiciera lo que decidía hacer. Pero, a decir verdad, no en todos los casos coincidía la realización con la decisión de hacer(5)

En esos tiempos, ya en los años 80, por decisión gubernamental  solo visitaban anualmente Cuba, como turistas, 200.000 canadienses y algunos miles de mexicanos, y no  más de 60.000 comunitarios procedentes desde los EE.UU., toda vez que el turismo internacional podía “corromper” a la sociedad revolucionaria. Hoy lo hacen 4,7 millones.(6) No había cuentapropistas de ningún tipo, al menos con una licencia  para ello. No existía el CUC, ni siquiera circulaban dólares, hasta que se abrieron las primera tiendas para turistas en donde, de una u otra manera, cubanos lograban adquirir algún artículo importado, pese a la prohibición de la tenencia de divisas. En 1984 se aprobó  el Decreto No 40 que autorizaba las inversiones extranjeras en Cuba, pero fue engavetado. Posteriormente a la desintegración de la URSS se constituyó un Ministerio para la Inversión Extranjera, pero que más bien parecía un Ministerio Contra la Inversión Extranjera. Por esa época también se autorizó la apertura de un mercado privado de productos del agro, pero la medida fue rápidamente suspendida.

Leyes, decretos con fuerza de ley y resoluciones ministeriales, cuyos efectos abarcaban a todo el país y a todos, fueron redactados y puestos en vigor para hacer operativo el sistema económico y por tanto la modalidad de vida de los cubanos, según el diseño e implementación correspondiente del socialismo, tal como fue establecido en la práctica en aquella época ya lejana y diferente de la actual.

Ya han vivido en el socialismo no menos de tres generaciones de cubanos, y las condiciones de existencia de Cuba han cambiado, y se ha decidido que cambien mucho más, en un mundo también muy diferente del que existía en aquel entonces. No obstante, muchas de aquellas regulaciones que pertenecen al pasado siguen vigentes y han entrado en franca contradicción con lo que hoy se hace en Cuba y sobre todo con lo que se piensa hacer. Más aún, hay aparentemente la tendencia a creer que la organización económica socialista del pasado es el verdadero socialismo, avalado por su práctica durante varios decenios, y que los cambios que se apartan visiblemente de  aquella  experiencia parecen desviaciones de lo que de verdad debe ser el socialismo, inclusive ahora en que el mundo cambió sustancialmente. Porque de hecho, lo que inquieta a muchos, gobernantes y pueblo en general, es que se está planteando alterar principios fundamentales sobre cuya base se estableció el socialismo en Cuba hace ya casi sesenta años, y que bien o mal funcionó hasta el día de hoy.  Si bien ya no hay un socialismo “verdadero” de referencia, en su defecto se acude para ello al socialismo cubano ya vivido. Es el temor a pasar de lo ya conocido a lo desconocido y por conocer, y el instinto dice: “En la duda abstente”.  La existencia de una sustancial diferencia en el nivel de vida entre una minoría de campesinos, artesanos y empresarios privados y una mayoría de trabajadores asalariados, es chocante y parece un atentado en contra del socialismo, al menos del socialismo vivido por los cubanos durante varias décadas.(7)

Si se ha comprobado que el Estado no es capaz de satisfacer todas las necesidades de los cubanos, más allá de asegurarles a todos educación, cuidado de la salud, un techo bajo el cual vivir, una alimentación segura por mínima que sea, los artículos esenciales del hogar, el derecho al trabajo y su participación en la política del país, lo que no es poca cosa, es hora de que se permita a los propios cubanos resolver todas las demás, según sus propios deseos y voluntades, así como a empresas extranjeras que quieran hacerse cargo de los déficit productivos, y que para ello opere el mercado conjuntamente con la planificación nacional. ¿Cómo lograrlo? Habrá que inventarlo.

El principio revolucionario que nos dejó Fidel, el cambiar todo lo que debe ser cambiado, presupone la capacidad de hacerlo por parte de los revolucionarios, lo que no es otra cosa que tener el poder político para ello, que existe y se mantiene desde que triunfó la Revolución. Por consiguiente, ¿cuál es el temor? Si se comete un error en el proceso del “salto a lo desconocido, a lo ignoto” como caracterizara Raúl la construcción de una economía socialista eficiente, pues simplemente se revocará lo que resulte inconveniente.

La Habana,  octubre 29 del 2018

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(1) “La antropología cultural es la rama de la antropología que centra su estudio en el conocimiento del ser humano por medio de su cultura, es decir costumbresmitoscreenciasnormasvalores que guían y estandarizan su comportamiento como miembro de un grupo social”. (Wikipedia)

(2) En 1979 pude contratar a Cubana de Aviación desde los EE.UU., cuando desde Cimex y Havanatur montamos la más grande operación “charter” individual de ese país para el turismo comunitario, y los IL 62 hicieron el trayecto Habana-Miami-Habana cuando no existían relaciones diplomáticas con ese país. Entonces fuimos capaces de hacerlo, pero ahora no.

(3) Hay que decir al respecto que sí conocíamos la conclusión de Marx en el capítulo XXIV del Primer Tomo de El Capital que dice “Los expropiadores son expropiados”. Y extendimos esa condición del socialismo a todos los recursos naturales. Recuerdo que ya en octubre de 1959 me toco redactar a pedido del Che dos  leyes, una que estatizaba todos los recursos minerales y otra que estatizaba los yacimientos de hidrocarburos, y ambas se aprobaron ese mismo año.

(4) Contadores y abogados fueron enviados a talleres para la confección de artesanías para que hicieran un trabajo “útil”.

(5) En su discurso inaugural del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba, en diciembre de 1975, la autocrítica que hizo Fidel de la gestión del Gobierno durante los primeros años de socialismo fue implacable y lapidaria.

(6) Cuando las circunstancias obligaron a desarrollar el turismo internacional para poder sobrevivir después de la desaparición del campo socialista, los nuevos hoteles se construyeron en cayos apartados y hasta con sus propios aeropuertos internacionales, de hecho virtuales “campos de concentración” de turistas, para, a mi juicio, no contaminar a la sociedad cubana. En el puente, a la entrada de Varadero, se estableció “una frontera” controlada por la policía,  para que no pasaran cubanos que nada tenían que hacer en la Península de Hicacos. También se prohibió que cubanos entraran en hoteles para el turismo internacional. Pero fueron los propios turistas los que descubrieron la mayor atracción de Cuba: los cubanos y  su cultura, y han logrado que el desarrollo de la infraestructura turística se dirija precisamente hacia las ciudades y a sus habitantes. La Habana es ahora el mayor destino turístico cubano. Sol y playa hay en todo el Caribe, pero cubanos y cultura cubana solamente en Cuba.

(7) No quiero pensar en que la razón pueda ser para algunos: “En lo personal, ¿me convienen o no los cambios?”